Archivo de la categoría: The R Unrated

Una mañana cualquiera…

Una mañana cualquiera, me arrastro fuera de mi casa para enfrentarme a un nuevo día en el mundo real. Qué se le va a hacer, por poco que me apetezca, la fábrica de pasteles de crema y lencería me necesita. Voy caminando, pensando en mis cosas e intentando no mirar a la cara a ninguno de los transeúntes con los que me cruzo, no vaya a ser que conozca a alguno y tenga que pararme a saludarle y fingir que tan inesperado encuentro me congratula. Me detengo frente al mismo paso de peatones por el que cruzo cada mañana, pero esta vez hay algo diferente en él. Alguien, y tiene aspecto de organismo más o menos oficial, ha inscrito con spray un mensaje en letras de molde: “uno de cada dos muertos en accidentes de tráfico era un peatón, ¡usa los pasos para peatones!”. Me quedo observándolo un rato, hasta que el semáforo se pone en verde y puedo cruzar. Mientras camino, pienso en lo que acabo de leer y llego a la conclusión de que es un mensaje estúpido por dos razones. La primera es que “uno de cada dos muertos” es el cincuenta por ciento, o séase la mitad. Asumo que la intención del mensaje es advertir a los peatones de que están en una situación especialmente delicada cuando se trata de enfrentarse al habitual caos automovilístico, pero con esos números el peatón sólo puede llegar a la conclusión de que sus probabilidades de morir son las mismas que si hubiese cogido el coche esa mañana. Dos de cada tres muertos, uno de cada uno y medio; eso son cifras convincentes, a fin de cuentas apuntan a una inferioridad del peatón (señor Walker) frente al conductor (señor Wheeler) y a una probabilidad significativamente alta de ser arrollado. Pero a no ser que se me escape un tercer elemento en la ecuación (peatones, conductores y algún hipotético gato de Schrödinger del mundo urbano que es a la vez peatón y conductor), esta estadística afirma que si como peatón te colocas con los brazos en cruz al paso de un vehículo desbocado tanto tú como el coche tenéis las mismas posibilidades de acabar convertidos en un amago de lo que un día fuisteis. El segundo motivo por lo cual el mensaje resulta estúpido es esa manía de nuestra sociedad de echar sermones precisamente a quien hace las cosas bien porque los otros no están ahí para escucharlos. El trabajador eficiente y puntual tiene que aguantar peroratas sobre llegar tarde y escaquearse del curro porque los culpables por definición no van a estar presentes; los clientes que contribuyen al buen funcionamiento de la industria videográfica comprando DVDs originales deben soportar estoicamente antes de ver su película cómo se les insinúa que son unos ladrones de bolsos, de coches y de la propiedad intelectual; y los peatones que eligen cruzar por donde se les ha asignado han de leer inquietantes amenazas de asesinato que teóricamente no van dirigidas a ellos. El mensaje debería estar en mitad de la carretera, no en un paso de peatones.

Sikes será al que le arrolle un vagón de metro, pero el sermón no se lo van a dar a él.

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Los Cyrus (Vol. 1)

You get the best of both worlds, chill it out, take it slow… Then you rock the show.

–Hannah Montana.

Tal y como se intuye por la letra de la canción, ella vivió rápido y de la misma forma murió. Amy Winehouse, digo. Pero esto no era más que una reflexión aislada. Hoy nuestra protagonista es Miley Cyrus. En pleno 2011 da la impresión de que su fugaz reinado toca a su fin, y aunque aún puede escandalizar mucho más con vídeos cada vez más cercanos al bondage puro y duro, su trono se ha visto más que usurpado por artistas más jóvenes que ella. Como en Eva al desnudo; aunque tras cincuenta años las cosas han cambiado bastante, y las divas decadentes del mundo del espectáculo tienen diecinueve años. Es un mundo cruel, éste del entretenimiento. Miley Cyrus lo está comprobando, y una vez su exiguo arsenal artístico se ha agotado ya sólo le queda el triste recurso de enseñar cacho en sus vídeos y mostrarse al mundo como una buscona de tercera de cuerpo recauchutado (su cara ya comenzado el proceso de erosión plástica). De la fructífera hornada del 92 ella fue la primera en ser tocada por el dedo mágico del imperio Disney, pero también la primera en oscurecerse. El mercado latino (perdón, sudaca) norteamericano es cada vez más importante, y ahí está como prueba el éxito de las dos estrellas de Disney Channel inmediatamente posteriores a Miley: la drogata Demi Lovato y mi futura esposa, Selena Gómez. Con los Jonas Brothers prácticamente fuera de combate, el resto del pastel se lo reparten el ultracarismático Justin Bieber (heredero de Kurt Cobain, recordemos) y la recién llegada del pecho de su madre Rebecca Black. A Miley sólo le queda observar desde un rincón, con un vaso de brandy en la mano y un torcido gesto de desprecio en su cara prematuramente arrugada y sobremaquillada. En su mirada se pueden ver los recuerdos. La añoranza por tiempos mejores, y una reflexión sobre los vaivenes de la vida. Y pensar que todo podría haber sido completamente diferente por un leve giro del destino.

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We can dance (Everybody look at yer hands)

Prueba de ingenio: ¿Qué tienen en común estos vídeos?

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El último horrocrux

Harry se despertó sobresaltado. Se tocó la cicatriz con un gesto de dolor; hacía semanas que no le dolía tanto.  Al principio no reconoció el lugar en el que estaba, pero pronto reconoció la tela de la tienda de campaña en la que dormía y los dos bultos entre los que se encontraba. Aún no entendía el extraño enfado de Hermione y de Ron cuando Harry decidió que le apetecía dormir entre los dos aquella noche. Les miró con cierto resentimiento. ¿Acaso se habían olvidado de que sus padres habían muerto trágicamente? ¿De que aquello le legitimaba para hacer lo que quisiera exactamente cuando quisiera? Era Harry Potter. Y ellos, al menos ahora, sólo dos bultos que roncaban y que en algún momento de la noche debieron cogerse de la mano, pues así seguían aún estando dormidos, justo encima de la entrepierna de Harry, para más señas. Suspiró y, a oscuras, decidió que por muchas ganas de mear que tuviese, el bosque estaba demasiado húmedo y hacía demasiado frío, sin contar con que a fin de cuentas el saco de dormir de Ron ya estaba mojado de Beedle el Bardo sabe qué. Tras aliviarse disimuladamente, rebuscó en su cartera una vieja foto en movimiento. La miró con cariño. Mostraba a su padrino Sirius cayendo despatarrado una y otra vez por el agujero tras el velo, en un bucle infinito. Aquella foto impedía que Harry olvidase lo que siempre hizo especial a su padrino: su capacidad para provocar los mayores desastres imaginables y acabar cómicamente herido. Inevitablemente, la mente de Harry comenzó a viajar hacia otros instantes de su vida posterior al momento en el que descubrió que era mago. Por un momento, Harry tuvo la impresión de que no fue ni hacía una semana que el sombrero seleccionador lo mandó a Gryffindor tras un sustancioso soborno con el dinero que robó al confiado Hagrid durante el viaje en barca hacia el castillo.

Graduación de Gryffindor (promoción de 2007).

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¡Miguel Roselló contra la masa!

Hay quien dice que soy un elitista pomposo que gusta de aficionarse a lo que no le gusta a nadie más para diferenciarse de lo que despectivamente llama “la gente”; que baso mis opiniones en justamente lo contrario a lo que piensan los demás si los demás son un puñado considerable de personas. Es algo a lo que debería acostumbrarme, pero no puedo cuando sé que no es verdad. No niego que muchas veces llevo la contraria a la opinión mayoritaria, que no estoy de acuerdo con ciertas “verdades por consenso”, pero no creo que lo haga más que cualquier otro, es sólo que… me gusta recrearme en esto. Sin embargo, cuando estoy de acuerdo con la mayoría, lo reconozco. Soy un ser despreciable que en el fondo prefiere estar en desacuerdo con la masa, pero trato de que en la práctica estos pensamientos oscuros no me traicionen y no condicionen mis gustos como tampoco me gustaría que me condicionase el miedo a la impopularidad.

Como ya digo, lo normal es que se me vea como ése tipo que lleva la contraria a lo que todos piensan sólo por fastidiar. ¿Pero cuánta verdad hay en esa visión? Cuando me pongo a pensar en mis propios gustos y en conversaciones que he tenido me doy cuenta de que tampoco soy tan plasta, y que hay muchas cosas en las que no estoy contra la mayoría, sino con ella. Así que, ¿en qué quedamos? ¿Estoy con la masa o contra la masa? Bien, ahora lo comprobaremos. He cogido las “verdades por consenso” que se me han ocurrido (seguro que hay más, pero no he caído en ellas) y las he agrupado con mi opinión, a ver cuál es el balance. No voy predispuesto a nada ni he dejado pasar un caso para manipular el resultado. Hay cosas que ni me molestaré en mencionar porque no son más que modas, como lo de decir que Padre de familia es mejor que Los Simpson, o porque en realidad sólo son obsesiones de quinceañeras que no merecen mi reclamada y valiosa atención, como lo de que Johnny Depp sea el mejor actor de universo conocido y por conocer; pero me temo que casi todo van a ser cosas de cine o de la tele. No caigo en “verdades por consenso” del mundo de la literatura, si os digo la verdad, y el mundo de los videojuegos es tan extraño para mí como la neurocirugía, así que, pese a que me arriesgo a parecer monotemático, esto es lo que hay. Para que el resultado sea lo más natural posible, he ordenado las afirmaciones en orden cronológico (es mejor que una aburrida lista que alterna un sí, un no, un sí y un no). Así que el hecho de que empiece de un modo tan estudiadamente polémico es en realidad totalmente casual. Hey-ho, let’s go.

¿Está bien traido el título o qué?

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Regreso a la cámara de la muerte

La tranquilidad de la noche en Privet Drive se vio súbitamente interrumpida por un destello luminoso que apareció por el final de la calle acompañado de un creciente ruido. El Autobús Noctámbulo atravesó como una exhalación la carretera, a tal velocidad que a veces las ruedas ni siquiera tocaban el suelo.

Al volante, un enloquecido Sirius Black hacía bruscos gestos para evitar atropellar a los gatos que iban saliendo a su paso. Tras el asiento del conductor, Harry Potter, el niño que vivió, estaba agazapado entre lastimeros llantos y en calzoncillos, convencido de que de un momento a otro se estrellarían brutalmente y lamentándose de no poder sobrevivir aunque sólo fuera para sacar a la policía de su error cuando ésta descubriera su cadáver semidesnudo junto al de un desaliñado adulto de cuestionable y vicioso aspecto.

−¡Agárrate, apadrinado, porque voy a poner a este autobús en órbita!

Harry observó la desquiciada cara de Sirius y se preguntó por qué todas las desgracias del mundo mágico tenían que ocurrirle a él. No era suficiente con haber descubierto su condición de horrocrux, haberse enterado de que tenía una enloquecida hermana melliza que había arruinado la última cena protocolaria del Ministro con una tarta explosiva y haberse visto envuelto en un cómico malentendido no exento de connotaciones homosexuales con Draco Malfoy la semana pasada. Ahora se dirigía a por lo menos doscientos kilómetros por hora hacia un destino fatal, convencido de que aquel viejo autobús sería su féretro, compartido con su padrino Sirius. Le miró. Todo había ocurrido demasiado rápido. Y no sólo el hecho de encontrarse en tan temible situación. El retorno de su padrino de entre los muertos pocos días antes era algo que aún no había tenido tiempo de asimilar.

Si metes en google "Harry Potter Comedy" esto es lo primero que sale.

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Felicidades, ha sido niño.

De acuerdo.

Respira hondo. Piensa muy bien lo que vas a decir. La primera impresión es la más importante, ten esto en cuenta. De acuerdo, en apenas tres frases ya da la (muy pomposa) impresión de que estoy hablando para millones de espectadores, cuando en realidad lo más probable es que no haya nadie oyéndome. Pero bueno, de algún modo hay que empezar.

Ser consciente del mundo que te rodea incluye aceptar que es virtualmente imposible crear un blog original. Todo está hecho. De esto te das cuenta cuando encuentras un blog que se dedica a criticar sarcásticamente a los blogs que dedican sus entradas a satirizar a los blogs que tratan de dar una visión friki-que-te-cagas de la vida. Lo encuentras y piensas “juas, qué tópico”. Se te ocurre la idea de abrir un blog para dar tu ácida visión de estos blogs y caes en la cuenta de que tarde o temprano aparecerá alguien con un blog en el que criticará los blogs como el tuyo. Y así prosigue el Ciclo de la Vida.

Una imagen aleatoria para amenizar la primera entrada.

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