Estáis a punto de leer una superficial crítica conjunta de Los vengadores y pseudoprecuelas por parte de alguien que no tiene ni puñetera idea de superhéroes. El caso es que yo tengo una opinión muy firme al respecto de comentarios tipo “es que esto es para fans” o “para disfrutar esto de verdad hay que haber leído tal cosa”. Acepto que determinadas películas que adaptan series, cómics, libros o lo que sea, pueden tener un atractivo extra para el fan de la fuente original que estará inevitablemente fuera del alcance del otro espectador, ése que no tiene ni idea del material adaptado y que simplemente quiere ver una película decente. Pero nótese que he dicho “un atractivo extra”. Extra, que no determinante. Yo pago mi entrada para ver la peli de Las supernenas y me lo paso pipa viendo en pantalla grande a Pétalo dando de hostias a Mojo Jojo, pero si alguien que no haya visto en su vida Las supernenas va a ver la peli y se aburre es que algo va mal. Una adaptación no debe depender de la fidelidad de sus fans hacia el material original para ser vista como cine competente. Por mucho que se trate de una adaptación, una película debe mostrarse como un producto de calidad, completamente independiente de la colección de cromos, atracción de Disneylandia o urinario público en el que se base. Si conocer la obra original es un factor determinante para disfrutar la película, entonces no cabe duda: estamos ante un fracaso artístico. Pensemos en Watchmen, cuyo relativo fracaso artístico venía en gran parte motivado porque el que no se había leído el cómic de Moore y Gibbons no entendía la mitad de lo que pasaba en pantalla. Peor aún, los agujeros que sólo podían justificarse con eso de “es que esto es para los fans del cómic” eran groseramente visibles para cualquiera. Sigamos con Alan Moore, ya que le hemos nombrado. V de Vendetta, la peli, es francamente dolorosa como adaptación del cómic original, pero independientemente de la novela de Moore y Lloyd, James McTeigue rodó una estupenda película que cualquiera puede seguir y disfrutar sin tener la fea sensación de que se nos está impidiendo el paso a una especie de zona VIP reservada sólo para unos pocos.

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