Hablar de Padre de familia no es sólo acordarse de los flashbacks, las (a veces divertidas, a veces lamentables) referencias metidas con calzador, la absoluta falta de respeto ante la coherencia interna de la propia serie o las salidas de tono de Quagmire. O del maldito, cansino, trillado «zas, en toda la boca». Al menos para la gente que habla nuestro idioma. Si lo hacemos con justicia, hablar de Padre de familia significa obligatoriamente hablar de su doblaje. Un doblaje maravilloso que actualmente se alza como el mejor dentro del mundillo de las series de televisión, no sólo siendo una perfecta alternativa a su versión original, sino incluso superándola en algún caso. Tras este glorioso trabajo se encuentra Eduardo Gutiérrez, uno de los directores de doblaje más admirables, si no el que más, del panorama actual de tan denostada profesión (imposición franquista, irrespetuosa con la serie, bla, bla, bla). Para entender lo que digo, basta con conocer la trayectoria del susodicho y las molestias que se ha tomado en cada uno de sus trabajos para que los espectadores aficionados al doblaje no nos sintamos defraudados y nos encontremos siempre con unas cuantas agradables sorpresas.