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Del río a Perdidos (o viceversa)

Ve buscando tu nueva serie de cabecera, porque Perdidos se acaba esta noche, querido lector. Llora desesperado durante unos minutos, ve a compartir tus sentimientos en el foro/red social más cercano y, cuando te hayas desahogado, arrasa esa parte de tu cerebro dedicada a la serie que has estado calificando como la mejor de la historia durante tanto tiempo como para que tus pocos amigos no fans se hayan hartado de ti hasta el punto de evitarte cuando te ven por la calle. Es el momento de dejarla atrás como tantas otras con las que se te llenaba la boca de adjetivos redundantes y a las que hoy apenas dedicas un hueco en tu memoria y de buscar otra serie que lleve tres temporadas emitiéndose para enchufarte en una semana todos los episodios que haya sin tiempo a digerirlos, como debe ser. Que si no, no se puede ir por ahí gritando histriónicamente “¡no puedo esperar a la semana que viene!” ni poniendo alusivos nicks en facebook, implicando que eres (o buscas ser) el mayor fan de la serie en cuestión.

Una foto de Claire escogida aleatoriamente.

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Giggity, giggity, giggity; toma, toma, toma

Hablar de Padre de familia no es sólo acordarse de los flashbacks, las (a veces divertidas, a veces lamentables) referencias metidas con calzador, la absoluta falta de respeto ante la coherencia interna de la propia serie o las salidas de tono de Quagmire. O del maldito, cansino, trillado «zas, en toda la boca». Al menos para la gente que habla nuestro idioma. Si lo hacemos con justicia, hablar de Padre de familia significa obligatoriamente hablar de su doblaje. Un doblaje maravilloso que actualmente se alza como el mejor dentro del mundillo de las series de televisión, no sólo siendo una perfecta alternativa a su versión original, sino incluso superándola en algún caso. Tras este glorioso trabajo se encuentra Eduardo Gutiérrez, uno de los directores de doblaje más admirables, si no el que más, del panorama actual de tan denostada profesión (imposición franquista, irrespetuosa con la serie, bla, bla, bla). Para entender lo que digo, basta con conocer la trayectoria del susodicho y las molestias que se ha tomado en cada uno de sus trabajos para que los espectadores aficionados al doblaje no nos sintamos defraudados y nos encontremos siempre con unas cuantas agradables sorpresas.

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