Lo que vais a leer a continuación es mi primera entrada de encargo, sugerida, suplicada, exigida por una pobre persona que necesita que una autoridad de la red como yo le apoye en sus teorías sobre los aspectos más desmitificadores de La guerra de las galaxias. La saga perfecta, o al menos la que más se acerca a la perfección. ¿Cómo es que yo, grandísimo admirador de la saga desde los cinco años (mi Retorno del jedi grabado de Canal Sur, con la mosca antigua y todo, ay) me voy a atrever a apoyar a ese gusano y cuestionar la magnificencia de la Gloriosa Trilogía? Bueno, eso es porque comparto su opinión, y porque en realidad no voy a cuestionar nada incuestionable. La magnificencia de la saga quedará intacta tras mi artículo de hoy, pero eso es porque no creo que poner un poco de orden y razonar ciertas cosas perjudique a nadie. Ni a la Guerra de las galaxias. Mis notas en filmaffinity seguirán siendo 10, 10, y 9 respectivamente (eh, y 6, 7 y 8 para las otras, y un puto suspenso para la peli de Clone Wars), y las amaré como siempre las he amado. No me gusta tener que ponerme tan cerebral con unas películas de naturaleza tan evasiva, pero la inevitable presencia cuando hablamos de un fenómeno como éste de una comunidad de no fans, sino fanáticos, a veces te lleva sin remedio a situarte en un extremo en cierto modo opuesto al que no te gusta llegar. Pero no os apuréis, la entrada de hoy será tan desenfadada e hilarante como de costumbre, incluso más que aquella sobre el Holocausto de hace unos meses.
