El cinéfalo

Hubo un tiempo, no exactamente antes de internet, en el que vivíamos más relajados. Un tiempo en el que no sentíamos la necesidad de rendir cuentas ante nadie, salvo quizá tu grupillo de amigos, acerca de lo que nos gustaba o nos dejaba de gustar. No antes de internet, pero sí antes de las redes sociales. Permíteme señalar la diferencia: salvo que seas muy egocéntrico, tus amigos son tus amigos y tus contactos de red social son tu público. Y frente a un público todos nos volvemos actores. Antes del internet 2.0 nos divertía indagar en nuestras aficiones y aprender cosas nuevas poco a poco. El proceso que nos llevaba de profanos a fans expertos era lento, largo y orgánico; pero lo curioso es que este proceso no era una senda agónica durante la cual sufríamos ante el pensamiento de que en cualquier punto del camino alguien podría averiguar que aún no lo sabíamos TODO sobre nuestra creciente afición pongamos, las Monster High. En 2003 (un 2003 hipotético en el que las Monster High ya están en el mercado), aún está socialmente aceptado no haber nacido sabiendo algo. Ese punto de inflexión en el que tienes un primer e ignorante contacto con tu futura pasión enciclopédica por las Monster High está tolerado. Sin embargo, eso cambió primero con los foros y después con las redes sociales. Al igual que la señorita Trunchbull clama no haber sido jamás una niña, en el mundo 2.0 pretendemos borrar con vergüenza que hubo alguna vez un pasado en el que no lo sabíamos TODO acerca de las Monster High. Que Draculaura está saliendo con Clawd, el atractivo hermano mayor de Clawdeen, y que en 2012 ha cumplido 1600 años, con el consiguiente merchandising de celebración. Que las Monster se libraron de su principal enemiga del colegio, Becca, cuando a ésta la enviaron a otro intituto en el cuarto libro de la saga (en la serie de televisión no sale).  Que Cleo no fue concebida como una de las protagonistas sino que fue dejando atrás su rol negativo poco a poco con el paso de los libros.

Team Cleo. Get over it. O sea.

Lo cierto es que nada simboliza mejor este salto de cero a cien al que aspiramos con nuestras aficiones que el dichoso “me gusta” de Facebook. Gracias al “Me Gusta” no hay matices ni aprendizaje, al menos a los ojos de Tu Público. O te gusta o no te gusta. Y punto. Y una vez te gusta, tienes que orquestar una forzada pantomima para corroborar tan trascendente decisión, a través de comentarios forzados, apoyos a estados de terceros y demás trucos baratos.

En este punto de mis divagaciones tú, buen lector, empiezas a preguntarte si no estoy sobreanalizando, o quizá si no generalizo en demasía, o incluso si este caótico arrebato de conspiranoia no es sino un reflejo involuntario de mi forma de actuar en el insondable mundo de internet. Es obvio que la persona más adecuada para juzgar acerca de mis motivaciones para actuar de esta forma o de otra sería un tercero, pero si de algo estoy bastante seguro es de mis motivos para soltar esta perorata: conozco gente así y estoy hasta las narices de ellos. Desgraciadamente, el mundo 2.0 ha traído consigo la figura del FF, o Fan Forzado, una figura muy alejada de los que por suerte tuvimos la oportunidad de definir el mapa de nuestras aficiones inconscientemente y no como concienzudos expertos cartógrafos preocupados por transmitir una imagen exacta, al estilo de esos monologuistas que visten con chaqueta encima de una camiseta friki. Y dentro de este triste estrato social (comiendo trigo en un trigal), la estrella por méritos propios es el Cinéfalo. El chiste es burdo pero ilustrativo: el cine es hoy por hoy, junto a la tele, el modo menos esforzado de hacernos respetar culturalmente, por encima de la literatura o la pintura, y el cinéfalo pretende ser cinéfilo por la equivocada vía del “a ver quién la tiene más larga”, por acumulación más que por calidad de su propio conocimiento. El primer cinéfalo que conocí, o el primero que identifiqué como tal y comenzó a irritarme con su comportamiento, fue aquél al que conoces a través de mis batallitas por el nombre de Pollo.

Es posible que sigas desconcertado por esta verbosa vichissoise de verborrea, preguntándote a qué me refiero exactamente (aunque tengo la esperanza de que están empezando a venirte a la mente personas que conoces y que de algún modo te recuerdan a todo lo que estoy diciendo), pero es precisamente por eso por lo que he confeccionado esta imprescindible guía para reconocer a un cinéfalo (que, ojo avizor, no conviene concebir como un retrato de todo aquel a quien le gusta disfrutar de una buena conversación sobre cine):

1. Es una persona insegura y mediocre. Cualquier cosa que podamos decir del cinéfalo parte de esta primera característica, el Motivo Madre de la existencia de todos los cinéfalos de este planeta. Y quiero aclarar que no creo que “inseguro” y “mediocre” sean términos que vayan siempre de la mano. No se puede culpar a alguien de ser inseguro, pero sí podemos culparle de tratar de enfrentarse a ello de una forma tan pobre como la que elige el cinéfalo. Conozco a personas muy inseguras por culpa de su relativo desconocimiento en temas de conversación frecuentes de sus círculos habituales, pero que con admirable humildad lo reconocen e intentan aprender poco a poco para, al menos, conseguir un grado agradable de complicidad con los demás. Estas personas me gustan e incluso me producen admiración, entre otras cosas porque hay miles de temas de los que yo no tengo ni puñetera idea y si en una ocasión llegase a verme en sus circunstancias no sé si tendría el espíritu que ellos demuestran. En cambio, el cinéfalo opta por aquello de lo que tantas veces quiso prevenirnos Lizzie McGuire: tratar de ocultar quién somos en realidad. Y no sé si es que tantos años de Cosas de casa y demás televisión moralista me han frito el cerebro, pero el caso es que a mí la gente así me pone de los nervios. Niños, sed vosotros mismos. El emblema con la esvástica está bien si os sentís cómodos llevándola al colegio.

Pasatiempos The R Lounge: ¿Eres capaz de reprimir tu estúpida necesidad de hacer que los demás sepan que conoces a nuestra Actriz Misteriosa?

2. Aspira a haberlo visto todo ya. Le encantaría haberlo visto todo desde el momento en el que nació. Le gustaría conectarse a unos electrodos y tras unos minutos en suspensión levantarse diciendo “ya sé kung fu”. Pero como sabe que eso no es posible, se dedica a conseguirlo lo antes posible. Entre tanto, mientras lleva a cabo tan homérica empresa, orienta todos sus movimientos a dar a entender que, al menos, sabe que “eso existe”. Este punto, al menos parcialmente, creo que va más allá del cinéfalo y afecta a todo tipo de personas aficionadas al cine o la música, y francamente, no lo entiendo. Creo haber explicado alguna vez mi punto de vista sobre este tema: a mí me resulta reconfortante pensar que tengo mucho que ver aún. Pienso en mi etapa más feliz como aficionado al cine, los catorce años, y envidio a aquel gordo virginal (bueno, quizá no tanto) que de la forma más sencilla y carente de pretensiones, repasaba enfermizamente la sección de cine de las revistas de programación buscando nuevas películas emocionantes para ver, de las que había oído hablar y que quizá luego no tuviese con quien compartirlas. Pero daba igual, él sólo quería verlas. Hoy me he vuelto más perezoso, y me he contagiado inevitablemente del feo prejuicio de que ya he visto lo mejor; pero lo cierto es que atendiendo a filmaffinity sólo he visto en torno a mil cuatrocientas películas de… ¿cientos de miles? Aún no he visto El club de la lucha. Si es tan buena como la pintan (aunque lo cierto es que tengo preparado el SOBREVALORADA en la punta de la lengua desde hace años, para soltarlo apenas haya aparecido el primer título de crédito) me gusta pensar que está ahí esperándome. Hasta hace unos días no vi Cowboy de medianoche, y si puedo seguir viendo películas como ésta por primera vez es porque no nací habiéndolo visto todo. Lo sé, es un argumento cargado de romanticismo e irreprochablemente argumentado con Verbo de Fuego, y precisamente por eso no me cabe duda de que si un cinéfalo me está leyendo y respeta mínimamente mi opinión asumirá instantáneamente esta reflexión como suya, porque…

3. Se apropia indebidamente de mantras ajenos, convirtiéndolos en un aséptico manual de estilo sin bases ni motivos, sólo órdenes. Centrémonos en La guerra de las galaxias. Han (o Hans, el proveedor de salchichas de la galaxia, dependiendo de a quién le preguntes) disparó primero. Todos lo sabemos y lo reivindicamos, pero por Belenos que un aterrador porcentaje de los que reaccionan con excesivos aspavientos ante el infame retoque de Lucas que convirtió al disparo de Han en una respuesta al ataque de Greedo lo hace porque les han dicho que eso es lo que hay que hacer. Quizá luego, de casualidad, encuentran en un mugriento foro el motivo razonado por el que el retoque ése está mal visto y lo añada a su libreta mental, pero eso sólo le servirá para engañarse un poco más. A mí me parece bien (bueno, no) que haya fans de La guerra de las galaxias que defiendan el Greedo Shot First, o que les dé igual; porque al menos eso me asegura que cualquier otro juicio o simple comentario que hagan sobre La guerra de las galaxias será sincero y no impostado. Lo cierto es que el manual del buen fan de La guerra de las galaxias daría para una entrada entera. El ejemplo de Han/Greedo me sirve para ilustrar mi teoría de que el cinéfalo no está interesado en formarse criterios propios tanto como en observar detenidamente criterios generales ya establecidos para actuar en consecuencia y reafirmarse como fan, repitiendo como un loro todo lo que va oyendo por ahí en sus únicas y tristes muestras de presunta argumentación, lo que nos lleva al siguiente punto.

4. No sabe razonar ni argumentar, sólo dar nombres como Rain Man. Respecto a este punto, podemos diferenciar entre el cinéfalo pre-2.0 y el cinéfalo 2.0. Como ya dije antes, ambos parten del equivocado supuesto de que en esto de las artes el conocimiento auténtico se mide en cantidad de nombres y datos objetivos. Pero el cinéfalo pre-2.0 es un tipo esforzado, que al haber construido su personaje en un ámbito real debe estudiarse por la noche fichas de reparto y filmografías con los ojos inyectados en sangre, para vomitarlos al día siguiente entre sus amigos rezando en silencio para que la memoria no le juegue una mala pasada que de lugar a una imparable bola de nieve que dé al traste con su elaborada farsa. Recordemos un ejemplo de lo más elocuente extraído de una entrada del pasado:

POLLO: Jope, Rose, me encantan los droides AT-RT, son mis favoritos.

ROSE (que soy yo, de ahí que no se pronuncie “Rous”): No sé a qué viene eso. Además, en La guerra de las galaxias no hay ningún droide que se llame “AT-RT”.

Entonces Pollo entra en zona minada y empieza a perder los papeles.

POLLO: Bueno, yo me refiero… (Comienza a sudar). Eh… Me refiero a los que parecen unas gallinas…

Craso error. Clásica respuesta de persona desprovista de la presencia de la Fuerza.

ROSE: (Recreándome en un tono francamente arrogante.) Muy bien, Pollo, tú te refieres a los AT-ST imperiales, pero eso de llamarlos “gallinas”…

POLLO: No… ¡No quería decir eso! Lo que yo…

Etcétera etcétera. El cinéfalo 2.0 no tiene este problema, porque ha construido su mentira a través de redes sociales y similares. Y para él, Internet es el maná, un escudo tras el cual puede esconderse de su propia ignorancia. Está a un click de distancia de cuanta información pudiera desear, un paraíso cortapegable de frases de películas y nombres impronunciables que sospechosamente él es capaz de redactar sin faltas de ortografía. A él le gusta añadir una interminable lista de nombres al final de sus frases bajo el clásico “por ejemplo”, con el que justifica otro despliegue destinado a impresionar al prójimo con su infinita sabiduría. Para su desgracia, es fácil desenmascararle: el desequilibrio entre el exceso de datos y la clara ausencia de argumentos y razonamientos (eso que internet no puede darte a menos que lo robes de otro) no pasa desapercibido para nadie mínimamente inteligente. Exactamente, el cinéfalo es fan de puntuar películas con estrellitas y salir huyendo.

«Sed de Mal… Orson Welles, 1958».

5. Introduce referencias forzadas a películas cada vez que abre la boca. A todos nos gusta citar a nuestros personajes favoritos o comentar alegremente que esto que os está pasando a ti y a tus colegas se parece a tal o cual película. “¿No recuerdas donde aparcaste? ¿Esto qué es, Colega, ¿dónde está mi coche?¡Ja, ja, ja!”, “¡Mira, mira, en esa pila de cadáveres hay una niña con un chubasquero rojo, como en La lista de Schindler, ja, ja, ja!”. Pero todos sabemos cuándo se fuerza una referencia. Notamos una perturbación en la Fuerza que nos dice que alguien está intentando desplegar un conocimiento que nadie ha pedido que demuestre. Es fácil imaginarse al cinéfalo repasando febrilmente una lista, ya sea mental o escrita en una inquietante libreta junto a información excesiva sobre actores (número de zapato, familiares vivos), para encontrar aunque sea una vaga conexión con lo que tiene delante a través de la cual forzar su referencia. Quizá un paralelismo entre la leve y aislada tos de un amigo y aliens reventando pechos, o algo sobre El padrino ante un plato de espagueti.

6. En las redes sociales, busca dejar su huella (y por lo tanto la prueba de su conocimiento) en cualquier hilo de conversación mínimamente cinematográfico. En este aspecto, el socorrido “Me Gusta” es su aliado perfecto, un recurso infinitamente vago e impreciso ideal para transmitir telepáticamente frases como “pienso exactamente lo mismo”, “secundo esa opinión tan madura” o “qué curioso, ese complejo y elocuente comentario es textualmente lo que yo mismo habría expresado si hubiese llegado unos minutos antes” sin tener que esforzar ni una sola palabra coherente. Aunque por supuesto, su sobreentendido favorito es el ya mencionado “sé que existe”, aquello que mueve su día a día. Hay que entender la magnitud de este asunto: un tipo puede no tener ni la más remota idea de lo que ha escrito otro tipo pero aún así marcar “Me Gusta” y salir impune, a menos que haya tomado por referencia cinematográfica una broma privada en clave entre una pareja acerca de sus sórdidas prácticas sexuales de los jueves. Es como si tú estuvieras en tu casa charlando con tu novia en árabe de formas de preparar el cuscús… y de pronto, a tu comentario de lo bueno que está con pollo, se asomase a la ventana un tío que, sin mediar palabra, alza los pulgares y desaparece sin más.

7. NO disfruta con el cine. Él cree que sí, pero eso es porque no conoce otra cosa. Cree que su estresado plan de aprendizaje y aceptación social es diversión fan y amor por el cine, pero desconoce el placer de una buena conversación en la que nadie pretende demostrar nada a los demás ni que es más friki que nadie en la sala (Salones del Comic, tomad nota), porque estamos entre amigos. El cinéfalo sufre, sufre como un niño que sólo quiere acabarse ya ese horrible plato de lentejas (tercera referencia a comida en lo que va de entrada, revelador acerca de la hora que es) y poder decirle a su madre que ya ha terminado, mientras su hermano se come su plato tranquilamente porque lo cierto es que las lentejas le gustan bastante. Cuando llegamos a este punto de la guía para reconocer a un cinéfalo, siento lástima por ellos. La siento sinceramente, porque no tienen ni idea de lo que se pierden. No hay nada más triste que ver una película sólo para poder decir después que la has visto, o para poder ver otra inmediatamente. Sin embargo, el cinéfalo no lo sabe, para él es tan normal como los dolores de tripa de esa señora del anuncio de Activia, pero al contrario de lo que le pasa a ésta, Carmen Machi no estará para abrirle los ojos. Lo que nos lleva al último y descorazonador punto de la lista.

8. Nunca, bajo ninguna circunstancia, se ve a sí mismo identificado con estas características.

Así que puede que tú mismo seas un cinéfalo y no lo sepas. Piensa en ello. Mira en tu corazón, Simba. Y tócala otra vez, Sam. Nadie es perfecto. Dónde está el dinero, Lebowski. De los hermanos Joel y Ethan Coen, que tienen otras películas en su haber como por ejemplo Sangre Fácil, Arizona Baby, Muerte entre las flores, Barton Fink, El Gran Salto, Fargo, O Brother, El hombre que nunca estuvo allí, Crueldad intolerable, Ladykillers, un corto para Paris, Je T’Aime, No es país para viejos, Quemar después de leer, Un tipo serio y Valor de ley. Y Joel está casado con Frances McDormand.

7 comentarios en “El cinéfalo

  1. El problema que existe, por encima de cualquier cosa es el que tu has nombrado: excesiva necesidad por aparentar algo para agradar a los demás. LLámese conocimiento sobre cine, literatura o simplemente, seguir una moda, de la que no estamos seguros de seguir, solo por el simple hecho de estar ahí, en la aceptación. Tú la miras como aceptación, pero el receptor de dicho sentimiento lo magnifica a admiración y se hace dependiente. ¿Quien no se haría dependiente de un sentimiento así, como va el mundo?.
    El problema es que el conocimiento se mide, según lo que uno sepa, me explico: Cuando alguien te pregunta si has visto Casablanca y le dices que no, no te lo dirá, pero pensará que eres un inculto. Ya no importa si no la has visto porque te importa un carajo o no te guste, directamente entras en ese saco. ¿Y si no has tenido oportunidad de verla? ¿Y si ha ocurrido como en las dos opciones que he dado antes?. No ver ciertas películas de convierte en un inculto.
    Oiga, que puedo no ver Casablanca y tener tres carreras (no tener carrera tampoco exime de la cultura). Cuidadín con el concepto de culto que se tiene hoy en día, que con la misma el que te dice que si no has visto Casablanca, eres un ignorante, se te planta media hora en un museo a ver un cuadro con un círculo en el medio y dirá que el cuadro expresa toda la rabia del autor, cuidado, que hay mucho iluminado sin bombilla.

    A mi me encanta el cine, pero no es de mis cosas favoritas, oiga. Igualmente, hay muchas películas que para mi es la muerte y otros las adoran. El problema es el gusto personal y en él, existe extremistas; ¿Que te gusta? ¡Pero si eso es una mierda!. Los extremismos no son buenos, si uno no tiene un punto de diferencia en sus gustos, ya me dirá que hacemos mil gilipollas opinando igual.
    La gente no entiende que cada cual es diferente, bajo su punto de vista ve las cosas diferentes y el dolor, al igual que el sabor u otros sentidos, que evolucionan con la edad y disminuyen o magnifican con respecto a cada persona, se mantienen al igual que la percepción de las cosas, cuestión que parece la gente ignorar.

    Ya lo comenté hace mucho, sobre la pérdida de personalidad y lo que ganas y pierdes. Esa sensación fugaz de aceptación te durará poco, te durará lo mismo que te durarán aquellos que te acompañen en el camino, por lo guay que eres.
    Muchos los ven como idiotas, yo veo víctimas de una sociedad juiciosa, directamente. Yo caí en esos errores cuando era adolescente. Recuerdo a Noemí, la líder de la manada y admirada por mil niñas y yo, con un corsé infame.
    No sabes lo que hacía por llamar su atención, porque relacionarme con ella supondría en todo caso; llamar la atención ajena y por fin, ser aceptada.
    Perdí mucho tiempo, pero agradezco la inocencia e ignorancia de aquellos años, uno aprende a base de ser un completo gilipollas, esto es así.

  2. Es dificil salir de la presión social y de lo «feo» que es que no sepas de eso que todos «dominan», MODO CINEFALO ON, es la sensación que siente Joei en FRIENDS y por la que decide comprar una enciclopedia y aprendersela.

    Gracias por recordarme el título de «Un tipo serio», llevaba días intentado acordarme del título y el director.

  3. Muy interesante tu post. Por un momento me mosqueé porque pensé que estaba dentro XD pero leyendo todo lo que dices, va a ser que no. En lo único en que me parezco es que veo pelis casi todos los días, a veces las enlazo, pero es que me divierto. Es la forma ideal para mí de disfrutar de un día, tranquilamente con mis cosas y viendo una peli.. y que me dejen en paz.

    Amo el cine. Pero no lo he visto todo. Sí que aspiro a ver todas las pelis que pueda (me gustaría ver todas las que se han rodado pero es imposible. Como leer todos los libros que existen, que es imposible también. La vida es demasiado corta T_T), eso ya es una curiosidad personal. Pero sé que hay gente que sabe mucho más que yo. Si hablan de un término que no sé, lo busco. A veces te sientes inculto sólo por no saber más, y es triste.

    Es lo que se dice por ahí, en este mundo, aparte de existir una terrible percepción de lo que es belleza, excluyendo y marginando a los que no entran dentro del cánon, también marginan si no sigues una moda, si no sabes X o B… ¬¬## Bah, para qué voy a contaros. Pero eso no quiere decir que seas un completo imbécil. Simplemente, no sabes de según qué, y nadie tiene derecho a tratarte de mierda por eso. Lo que pasa es que la gente nada en su orgullo y si puede herir y demostrar que es mejor que tú, pues al cuello.

    Lo de que hay personas que realmente no disfrutan de (cualquier afición) y simplemente leen y estudian para luego cacarearlo.. pues muy mal. Deberían disfrutar sus propios gustos y dejar de ser tan inseguros (y todos tenemos inseguridades aunque no nos lo parezca o no lo creamos), en vez de intentar parecer lo que no se es. Qué pedantes, por cierto. Pero la sociedad nos obliga a ser así. Si no, eres un fracasado.

    En fin, suerte que aún habemos (sí, me gusta usarla) gente que no tenemos problema en decir que no sabemos de ciertas cosas.. aunque nos dé vergüenza. Porque se pilla antes a un mentiroso que a un cojo (y yo me siento muy incómoda ante una mentira :/), lo malo es que aún así a veces te hacen dudar. T__T

    1. Mucha razón. Sólo insisto (y lo hago porque quizá no me hice entender bien) en que no veo nada de malo en referenciar cosas alegremente en mitad de una frase ni en airear por ahí los gustos propios. ¡Todo el mundo lo hace y es normal y divertido! Además, ¿qué hay mejor que hacer partícipes a los demás de las cosas que le gustan a uno? Es más una cuestión de intenciones, y es fácil distinguir al que no tiene pretensiones de «mira lo que sé» del que sí las tiene. And that’s the gospel truth.

  4. En parte me veo reflejada, aunque no me sorprende, porque es algo que ya sé de mí y que trato de refrenar. Vamos, que muchas veces me sale comentar un mero «esa ya la ví, está bien» a alguna conversación en facebook, que no aporta nada y en el fondo es solo para decir «yo lo conocía antes». O tb, si yo vi Black Mirror hace 2 años y ahora alguien lo descubre, me dan ganas de soltar sutilmente lo mismo, que ya lo conocía, tal vez quejándome como una niña pequeña porque «os la recomendé y no me hicisteis ni caso, putas».
    En fin, que es un poco asqueroso, pero creo que me estoy quitando.
    Y me consuela el último punto, que un cinéfalo nunca se ve a sí mismo identificado.

    Al fin y al cabo todo esto tiene mucho que ver con la capacidad de autoanálisis que tenga cada uno y de la capacidad para autoengañarnos que tengamos.

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