Walt Disney, los ¿clásicos?

Hoy os brindo una de esas entradas negativas y llenas de malas intenciones que tanto hacen por la buena salud de este blog y que a este paso acabarán siendo las únicas en seguir creciendo en número. Sabido es a estas alturas de la película que soy fan fatal de Disney y todo lo que tenga que ver con ello, ya sea bueno y malo. Disfruto con las mejores películas y adoro destrozar los peores bodrios. No por nada  tengo control casi absoluto sobre las infames secuelas directas a vídeo, desde La bella y la bestia, una navidad encantada hasta Tod y Toby 2. Sin embargo, no toda la mierda está acumulada en este triste submercado doméstico gestionado por monos con corbata. La división animada principal de los Walt Disney Studios también tiene sus puntos oscuros, más de los que parecen a simple vista. Recordemos la llamada “etapa negra”, que abarca desde la muerte de Walt en 1966 hasta 1988, y la verdadera etapa negra, la del nuevo siglo, que hizo evidente que la primera etapa negra no estaba tan mal como creíamos. Como es de esperar en un estudio tan legendario y justamente popular como el que tratamos, a veces los puntos negros son más bien películas fallidas sin más, productos que se quedan por debajo de lo esperado en el sello Disney y que no juzgaríamos con tanta dureza si viniesen de una compañía más humilde o mediocre. ¡Acompáñenme por este apasionante recorrido a través del mágico mundo de los diez peores largometrajes animados Disney, con ilustrativos vídeos que recogen los peores aspectos (o a veces los mejores) de las películas!

Hoy, en Lo Más Bajo...

10. Merlín el encantador (1963): Si me preguntáis por la razón de que entre dos peliculones del copón como son 101 dálmatas y El libro de la selva Walt Disney produjese la peor película de toda su carrera, yo respondería que esa razón es Mary Poppins. En 1963, toda la atención de Walt estuvo puesta, por primera vez, no en el clásico animado de turno, sino en la producción de su fastuoso musical de acción real. Que como era de esperar, fue el superéxito del estudio de aquel año, por encima de la otra. Merlín se llevó a cabo sin la firme supervisión habitual del maestro y supongo que ahí está la clave de su debilidad. Bajo la atenta mirada de Walt Disney, Merlín difícilmente habría sido lo que es, una película de guión tan pobre y deslavazado que se puede resumir en: Grillo conoce a Merlín, Merlín le transforma tres veces en tres animales diferentes con idénticos resultados en las tres situaciones (con lo cual la progresión argumental se va a hacer puñetas), tienen un enfrentamiento con Madame Mim totalmente desvinculado de la trama y Grillo saca la espada Excalibur de la piedra en la que está clavada. Pero hay algo aún peor que no aprecié hasta cuando vi la peli por última vez hace pocas semanas, y que se convierte en su mayor y más grave lacra: el propio Merlín es un personaje, por decirlo claramente, espantoso. Las intenciones de la película apuntan a retratarlo como “el mago sabio” que enseña a Grillo a pensar, a estudiar, a aprender de los libros y de la vida. Pero en la práctica es un viejo malhumorado de métodos increíblemente ineficaces que se cabrea cuando las cosas no salen exclusivamente como el quiere, un personaje tremendamente negativo e hipócrita (los problemas de Grillo como ardilla son tonterías, los suyos son graves) de cuyo lado jamás se pondría un espectador con dos dedos de frente. Es el búho Arquímedes, más pragmático y sensato, el mentor ideal para Grillo, aunque apenas se profundice en esto; y es Grillo quien, sin ayuda de nadie, saca la espada de la piedra después de que Merlín se fugue a las Bermudas. Es decir, al mago de gran sabiduría le entra una rabieta monumental porque el joven escudero le ha llevado la contraria y se larga convertido en cohete, dejándole tirado a su suerte. Sólo entonces, una vez Grillo es nombrado rey de Inglaterra, vuelve Merlín oportunamente, y entonces ya sí todo son risas, enhorabuenas y medallas (“¡lo había previsto!”), procurándose así un puesto de consejero para vivir de gorra en el palacio del rey hasta su inminente muerte. Creo que no hay ningún caso en el cine Disney en el que un personaje haya sido tan nefastamente concebido, o en el que el resultado diste tantísimo de lo que seguro fue un intento de personaje positivo. La situación resulta mucho más irónica en España, donde la película toma como título, porque sí, el nombre del terrible mago, en lugar de traducir The Sword In The Stone de una forma más adecuada. Magos coléricos aparte, episodios aislados y mal hilvanados aparte y nula progresión dramática aparte; Merlín el encantador cuenta con un as en la manga, que aunque no basta para redimir tanto despropósito, siempre es de agradecer. Hablo de esa comedia física que despunta por momentos, tanto en el desmadre de platos voladores en la cocina de Sir Héctor como en el imaginativo duelo de hechizos con Madame Mim, que si estuviese mejor integrado en el argumento sería maravilloso. La Disney tiene muchos bodrietes en su filmografía, pero ninguno fechado durante el largo reinado de Walt. O casi ninguno. De no existir Merlín estaríamos hablando de una carrera en el complejo mundo de la animación sin un solo punto negro. Aunque hay que reconocer que uno contra veinte es una proporción meritoria.

9. El jorobado de Notre Dame (1996): En 1996 la Disney quedó en evidencia. En la compañía del ratón quisieron, adaptación de la novela de Victor Hugo Nuestra señora de París mediante, demostrar que podía llevar a cabo un proyecto adulto y oscuro como jamás se había visto en la compañía. Y quedó demostrado lo que todos sabíamos: que no tenían huevos. Que a cada paso hacia la oscuridad que dieran, retrocederían dos hacia la amabilidad de siempre. Hablemos de cómo la película capa impunemente la ambigüedad de los protagonistas de la novela. Quién necesita ambigüedad cuando se tiene el buen y seguro maniqueísmo habitual. Quasimodo ES un monstruo. No es John Merrick, es un monstruo misántropo que ama a una gitana y punto, y el cariño de los niños que pasean por la Isla de la Cité le importa tres pitos. No es lo que vemos en el Jorobado de Disney. En el Jorobado de Disney vemos a Quasimodo curando a pajaritos malheridos, surfeando por los arbotantes de Notre Dame y salvando a Frollo de una caí­da mortal pese a todas las maldades que sabe que le ha hecho, intento de asesinato incluido. Y también vemos a una Esmeralda que jamás se asquea mínimamente del aspecto grotesco de Quasi y que se alza como la única en el Festival de los Bufones que no quiere que le humillen. O casi la única, no olvidemos que Febo, el supuestamente firme y severo capitán de la guardia, anda por allí y también se ofrece a detener «esa crueldad». Frollo, apasionante en su compleja maldad (racismo visceral, hipocresía en su cargo), es el único cuyo maniqueísmo salvaría. El supuesto tono adulto de El jorobado de Notre Dame es una mentira, una máscara para deslumbrar a los crí­ticos, porque tras esa superficie tan adulta está la misma historia Disney de superación personal de siempre. Un tono adulto no se consigue poniendo a Frollo oliendo el pelo a Esmeralda con cara de sátiro. Un tono adulto se consigue: a) buscando un mensaje más maduro que el clásico «lo que cuenta está en el interior», b) no convirtiendo al bruto y xenófobo de Febo en John Smith II El Guapo Y Bueno, y c) prescindiendo de una puñetera vez de los secundarios cómicos, que parece que en Disney tienen miedo de que una pelí­cula se les hunda por no meter a unas gárgolas chistosas o a un suricato y a un jabalí­ flatulentos. El jorobado de Notre Dame es un rollo. Los niños terminan confusos al verla y los adultos se huelen el pastel que hay tras tanta supuesta tenebrosidad al momento. Y la película no sabe a quién contentar primero, así que opta por la esquizofrenia absoluta. En cuestión de segundos salta de secuencias absolutamente cómicas (bufonescas del todo, de hecho, exageradí­simas) a otras sombrí­as a más no poder, sin tonos intermedios, y el resultado es catastrófico. Por ejemplo, en el Festival de los Bufones primero todo es juerga, algarabí­a y gags visuales; al momento todo se transforma en un infierno dramatizado por la iluminación cuando empiezan a insultar a Quasi; entonces llega Esmeralda, suelta a Quasimodo y comienza una enloquecida persecución en pos de la gitana llena de chistes de tortazos (el del viejo con grilletes que se parece a Jafar disfrazado), y luego tenemos otra secuencia absolutamente oscura con Frollo muy cabreado. Es como si no se decidieran a hacer la pelí­cula verdaderamente oscura por miedo. Y las gárgolas. Las gárgolas. Mejor no hablemos de las gárgolas. Describiendo la película en pocas palabras: fracaso. Y más doloroso es cuando el cúmulo de despropósitos nos llega después de un arranque tan magistral y prometedor como el que tiene El jorobado de Notre Dame. Como apunte final, no os perdáis la secuela, donde una guapa jovencita besa EN-LA-BOCA y por propia voluntad a una versión negligentemente dibujada (ergo, más fea) de nuestro jorobado favorito, al grito de “¡yo amo a Quasimodo!”. Y Febo se encoge de hombros mirando a la cámara con cómico ademán.

8. Oliver y su pandilla (1988): Para cuando los ochenta llegaban a su fin, Disney ya no sabía qué puñetas hacer para recobrar el apoyo del público, perdido casi desde la muerte de Walt. ¿Una fábula amable sobre la amistad entre un perrito y un zorrito? Agua. ¿Una oscura aventura medieval al más puro estilo El señor de los anillos? Agua. ¿Tron a secas? Agua. Así que cuando alguien llegó con la lunática idea de “Oliver Twist con un gatito y unos perros… ¡¡en el Nueva York de los ochenta!!”, se dio luz verde al proyecto casi de inmediato. ¿Qué podía salir mal? Los ochenta eran la década definitiva y nunca pasarían de moda. Todas las decisiones tomadas en Oliver y su pandilla parecen orientadas a convertirla en Los ochenta: la película, todo por convertirla en un clásico instantáneo, y el resultado fue una película instantáneamente desfasada. Desde la canción inicial de Huey Lewis hasta las gafas de sol de Dodger, la película exuda ochenhorterismo por todos sus poros; y como resultado Olvier y su pandilla tiene el honor de ser el clásico Disney que peor ha envejecido, pero con diferencia. Los personajes no ayudan precisamente a mejorar la cosa. Oliver, el supuesto protagonista, se ve arrinconado sin remedio por la panda de perros que le acoge, un puñado de estereotipos de los ochenta entre los que cabe destacar a Tito, el equivalente perruno (chihuahua, como no) de las minorías latinas inevitablemente doblado por Cheech Marin, y sobre todo al insoportable Dodger, el indigestamente cool líder del grupo, como demuestra su actitud desvergonzada, su rebelde pañuelo al cuello, sus gafas de Risky Business y su dominio del ritmo de Nueva York. Y los problemas no acaban aquí. La inevitable dulcificación del libro de Dickens causa sus estragos en la credibilidad de la historia. Fagin, el cruel vagabundo que acoge los niños para que roben por él, se ve transformado en un bondadoso mendigo que cuida a sus perros y que, en un desenlace de pura ciencia ficción, es invitado a una señorial mansión para asistir a la fiesta de una niña rica, con el completo beneplácito un mayordomo demasiado confiado que no se molesta en quitarle antes las navajas o las drogas que sin duda llevará encima. No se vayan, que hay más. A nivel visual estamos ante uno de los Disneys más flojos de todos. Los personajes de trazo tosco se mueven sobre los fondos más feos y desganados jamás dibujados (las antípodas de Los aristogatos, vaya), y para mayor desgracia, por aquella época en Disney se estaban empezando a animar con el asunto de la animación digital, lo que nos ha dejado para el recuerdo terribles escenas vectorizadas, como esa panorámica que se recrea en el coche digital de Sykes como si hubiese algo de lo que enorgullecerse, como si yo tuviese una roñosa Vespino y fuese por ahí fardando con ella. Y con tanto despropósito junto, ¿por qué no está Oliver y su pandilla en un puesto más humillante de nuestra lista? Para empezar, porque no aburre en ningún momento. Y para seguir, tiene un par de aciertos puntuales que merece la pena destacar. El primero, Georgette, la caniche mimada de Jenny, auténtica diva decadente de memorable entrada en escena. Y el segundo, Sykes, el villano de la función y la única herencia ochentera de la película que me gusta. Es sintomático que el villano Disney de los ochenta sea un cruel bróker financiero, un Gordon Gekko a lo bestia que fuma puros, tiene dos doberman asesinos y persigue a sus acreedores con una gigantesca limusina de reminiscencias fálicas. En fin, cantemos todos con marcado deje latino: Nueva York… Siudad de hieeeeerro y luuuuus…

Atlantis (2001): Una animación excelente, un genial uso del formato panorámico (la cuarta y por ahora última película del estudio que lo usa, ¡intolerable!) y cierto encanto heredado de las añejas películas de aventuras del Disney de los cincuenta y sesenta maquillan más o menos el caso más vergonzoso de plagio que ha perpetrado la Disney en toda su historia. El rey león saqueaba un puñado de aspectos de Kimba, pero contaba con otras fuentes de inspiración como Bambi o Shakespeare, y, en cualquier caso, a quién le importa si era infinitamente mejor que el original. Pero Atlantis no sólo no hace otra cosa que seguir milimétricamente los pasos de Nadia, el secreto del agua azul con alegre desvergüenza, sino que ni siquiera puede refugiarse en la excusa de mejorar al anime. Para el que conoce Nadia, el visionado de Atlantis es una experiencia incómoda, de mirar para otro lado en esos momentos en los que el plagio es dolorosamente evidente (y esto incluye personajes literalmente trasladados y todo el diseño artístico relacionado con la Atlántida). Como es norma en estos casos, Gary Trousdale y Kirk Wise se hacen los locos y aseguran que no sabían de la existencia de nada como Nadia cuando hicieron Atlantis (los únicos actores que dicen no haber visto tal o cual cosa son los que acaban de hacer un remake de esa misma cosa, y los únicos directores que dicen no haber visto tal o cual cosa son los acusados de plagio). Dejando de una vez el tema éste de lado, Atlantis es sorprendentemente aburrida para ser una película de aventuras con todos los ingredientes habituales, y si no fuera por la elegante animación y el estilo anguloso de los diseños no habría demasiado que reseñar, salvo la bizarra belleza de la princesa Kida. Cuesta creer que los tipos que perpetraron dos puntos tan bajos de la filmografía Disney (ésta y El jorobado de Notre Dame) empezaran su periplo disneyano con algo tan apoteósico como La bella y la bestia.

6. Dinosaurio (2000): Si has visto En busca del valle encantado y te ha gustado tanto que quisieras repetir la experiencia con un sucedáneo de dudosa calidad, Dinosaurio es tu película. Dejemos clara una cosa desde el principio: diez años después de su estreno, la animación sigue siendo más que buena, y los diseños de los dinosaurios son muy acertados aún con el inevitable toque antropomórfico en las expresiones. Una vez pasado el mal trago de reconocer los méritos, vamos con lo flojo, que viene a ser todo lo demás. Su condición de plagio de la película de Don Bluth pesa demasiado, lo cual suma previsibilidad al conjunto, de la cual, por cierto, ya va bien servida de por sí. Aladar es, como protagonista, lo peor de lo peor. ¿Qué interés tiene un iguanodon tan bueno tan bueno que jamás va a dar señales de duda y que te garantiza desde el principio que siempre va a hacer lo correcto? Bueno, intentemos apaciguar nuestra necesidad de personajes interesantes buscando entre los secundarios. Veamos… ¿El mono ligoncete…? ¿O tal vez el “perro” que hace monadas? Vale, me estoy dejando llevar por la algarabía del mal karma, pero la triste verdad es que Dinosaurio no es un fracaso absoluto (esos están al llegar en nuestra lista), e incluso tiene a dos personajes tremendamente interesantes que por desgracia quedan muy poco desarrollados: Kron, el tiránico líder de la inmensa manada en migración, y Bruton, su violento mano derecha (esto ya es más raro, que el sicario de turno tenga interés). La película se aguanta medianamente gracias a las bellas panorámicas y que no llega a ser un aburrimiento absoluto, pero hay momentos de franco aburrimiento y demasiada ñoñería. Dinosaurio entra en el saco de las olvidables.

5. Tod y Toby (1981): A veces uno se pregunta si las motivaciones para llevar a cabo una adaptación cinematográfica en lugar de escribir una historia original surgen de la pereza de los guionistas. Ocurre cuando ves una película-basada-en y te das cuenta de que se pasa por el forro todo lo que hacía especial al texto original. ¿Entonces para qué puñetas adaptar en vez de inventar? ¿Qué sentido tiene una versión punk de My Way? ¿O qué sentido tiene coger un libro especialmente crudo sobre la vida de los animales para convertirla en un canto a la amistad particularmente ñoño? Para eso, ¿no habría sido mejor hacer algo nuevo y darle a otro la oportunidad de adaptar decentemente el libro en cuestión? Los responsables de Tod y Toby no se plantearon ninguna de estas preguntas. Y por si esta base no fuese ya un hándicap bastante gordo, a Tod y Toby a le tocó la china de la espantada de los nuevos y prometedores talentos que estaban hasta el moño de los cuestionables métodos de la Disney ochentera (Don Bluth y Tim Burton entre ellos). Así que la película a medio cocer cayó en las titubeantes manos de mendigos contratados de cualquier manera para terminar el trabajo empezado, y así salió lo que salió: uno de los “clásicos Disney” más olvidables y olvidados. Esas críticas sistemáticas a la ñoñería Disney, salga lo que salga empaquetado de sus estudios aunque se llame El violador del garfio, aciertan de pleno en esta película que habla de la amistad en los términos más cursilones posibles, en dura competencia con las secuelas de En busca del valle encantado. Aburrida a más no poder, necesita de una chapucera subtrama ¿cómica? sin NADA que ver con el argumento principal para alcanzar los ochenta y pocos minutos. Desidia en las canciones, que más que cantar se recitan; desidia en el retrato de los personajes (Toby sale poquísimo en realidad, lo justo para decir “eres mi amigo”, crecer, y decir “no podemos ser amigos”) y desidia en el humor (la subtrama de los dos pájaros persiguiendo al gusano da vergüenza ajena en muchos momentos). Ah, y mal rayo parta al que tuvo la idea de ponerle a la novia de Tod el increíblemente putiferil nombre de Vixie.

4. Zafarrancho en el rancho (2004): A veces un atractivo diseño de personajes y una animación más que estupenda esconden una película hueca y decepcionante. Es el caso. El mayor problema de Zafarrancho en el rancho, que no el único, es que nunca arranca. Y cuando empiezas a impacientarte, porque el defecto es evidente, te das cuenta de que la película ya lleva hora y cuarto y se va a terminar. El guión parte de un conflicto tan poco interesante que antes que para una producción cinematográfica valdría para el episodio de turno de una serie de dibujos cualquiera: el banco le va a quitar su granja a una vieja y sus vacas urden un absurdo plan para salvarla, para lo cual se embarcan en una descacharrante aventura. Descacharrante, por supuesto, porque el cocktail equilibrado de aventura, drama y comedia del mejor Disney no tiene cabida en pleno 2005, donde los personajes deben ser ante todo irreverentes, ingeniosos, con el chiste siempre en la punta de la lengua y la ceja levantada en gesto irónico (ya sabéis, EL ARQUEO DE CEJAS). Así que todo son payasadas, chistecitos y demás comedia para comprar a los adolescentes que jamás pisaron el cine para ver Zafarrancho en el rancho. Todo esto hace irrelevante la falta de pretensiones de la película, que podría haber hecho de esta cosa algo tan estupendo como lo fue El emperador y sus locuras en su día (“no sé para qué tenemos dos palancas”). Para el recuerdo, aparte de la preciosa animación al más puro estilo de los cortos Disney cincuenteros, dos cosas y ninguna más: la escena de las vacas flipando en colores con la canción de Alameda Slim (en el vídeo) y el personajillo de Steve Buscemi, totalmente inconfundible con sus ojos de sapo y su cara de feto.

3. Hermano oso (2003): De esta me cuesta horrores hablar. No todo lo que hay entre la mierda es divertido de describir. A veces resulta que más que intrínsecamente malo, el bodrio en cuestión es lánguido, absolutamente carente de interés, que es lo que pasa en nuestra medalla de bronce del Rock Bottom. Hermano oso es… Bueno, para empezar es un evidente intento por recuperar los buenos tiempos de los noventa, lo cual no es del todo despreciable. Es sin duda más loable que buscar el éxito mediante las pedorretas y los ARQUEOS DE CEJA que asolan los puestos de plata y oro del pódium de los horrores, pero eso no quita que el intento sea un total y rotundo fracaso. Hermano oso nos cuenta la historia de un jovenzuelo esquimal que odia a los osos desde que por culpa de uno muriese su hermano mayor, y que un día, soy incapaz de recordar el por qué, se despierta atrapado en el cuerpo no de una tía buena, sino de un oso. ¡Ah, qué ironía! Así qué conoce a un osezno con el que traba amistad y gracias al cual aprende que los osos no son tan mala gente y que su hermano a lo mejor hasta se lo merecía. La película busca ser tremendamente espiritual, como la escena del “recuerda quién eres” de El rey león pero todo el tiempo, con una alarmante falta de carisma tanto en la personalidad como en el diseño de los personajes. Todo ello amenizado, por supuesto, con las canciones de un Phil Collins en horas bajas. Lo desconcertante es que según tengo entendido, la película tuvo cierto éxito (término que en 2003 para Disney significaba “recuperar costes”), materializado en forma de secuela directa a vídeo que ni he visto.

2. Chicken Little (2005): En la década de los 2000 (o como se llame) la animación Disney trató de acercarse al cada vez más poderoso modelo Dreamworks muchas más veces de lo recomendable para la salud del público, pero nunca lo intentó de una forma tan abierta y descarada como con Chicken Little. Esta infame película cuenta con una serie de poderosos ingredientes que la convierten en casi-casi la peor película Disney. Primero, unos personajes de personalidad plana y tópica y diseño más feo que el escote de María Adánez. Segundo, una animación por ordenador inusitadamente pobre que haría pensar a cualquiera que estamos ante una mala serie de Nickelodeon. Tercero, un guión demencial en el que se agolpa de cualquier manera todo cuanto a los guionistas encontraron al meter en google la palabra “mdmfnwejfnqwjd”: el cuento de Chicken Little (muy famoso por aquellos lares, una especie de El pastorcillo y los lobos con plumas), La guerra de los mundos, la mierda del hijo indigno de su padre por fallar un strike chupado en el partido de beisbol y demás morralla, todo cuidadosamente hilado para que nadie en su sano juicio sea capaz de seguir la trama más allá de los primeros diez minutos. Cuarto: referencias a todo lo estrenado en los cines y en la tele en un radio de dos años, con mención especial al extraño fetichismo con el Wannabe de las Spice Girls. Cinco: unos niveles de aburrimiento estratosféricos que ni la incredulidad más absoluta del espectador logra mitigar. Cabe añadir que Chicken Little es la primera (y hasta la fecha, la única) película Disney en presentar a un personaje gay: el cerdo histérico que se emociona con el susodicho Wannabe. ¡Qué progre y respetuoso!

1. Salvaje (2006): Salvaje es un hito en la historia del cine de animación. Por primera vez, por primerísima vez, nos encontramos ante una producción animada en la que nada, absolutamente nada es mínimamente salvable. Siempre he creído que la magia del cine de animación reside en que hasta la película más floja tiene algo que nos disuade de quitarla y poner otra cosa, algo que no existiría de estar hablando de una película de acción real. ¿Podría ser que a día de hoy aún nos intrigue y fascine la ilusión de movimiento de una serie de planos que se suceden a velocidad prodigiosa? Tal vez. Especialmente en el caso del cine Disney, hasta la película más floja se salva mínimamente por ese as en la manga que es la animación en sí. En cualquier caso, jamás tuve la sensación de haber asistido a un naufragio completo, total y absoluto en el mundo de la animación, Disney o no Disney, hasta que vi Salvaje. Nada podí­a prepararme para Salvaje, película de desconcertante producción e inciertas conexiones con Disney, que por lo visto la encargó a un puesto de kebabs reestructurado en pequeña compañía de animación. Decir que es nefasta serí­a ser benévolo. El apasionante guión nos presenta al Rey del Zoo, el león (¿alguien dijo Madagascar?), padre orgulloso de un atolondrado cachorro que un día será Rey del Zoo en su lugar (¿alguien dijo El rey león?). Un día, desobedeciendo deliberadamente al carca de su padre, del cual acaba de descubrir que no es tan molón como él pensaba, el cachorro acaba encerrado en una jaula y enviado a la selva de África (¿alguien dijo Buscando a Nemo?), así que el desesperado Rey del Zoo organiza una expedición de viaje a África junto a una manda más que extraña formada por una jirafa, un koala, una ardilla y una serpiente (¿alguien dijo Madagascar otra vez?). A este siniestro popurrí hay que añadirle unas gotas de conflicto de teleserie noventera representadas por grandes escenas como la del cachorro que sale huyendo de su padre, humillado al descubrir que éste es el bufón del zoo más que el Rey; o la posterior reacción de nuestro héroe, que se sienta a mirar las estrellas con congoja y una balada popera de fondo. Los personajes van de lo plano a lo directamente odioso. La serpiente, que no se siente realizada si no hace sus pésimos chascarrillos acercando la cara a un palmo de la cámara para gritarlos histriónicamente, podría ser una seria candidata al puesto de Peor Personaje Jamás Parido. Tanto ella como el resto de animalejos que pululan por este engendro genético gozan de una imposible animación CGI que recrea desde la nada y con milagrosa perfección el ortopédico movimiento de las marionetas mecánicas de un museo de tercera. Sólo faltan ruidos de Robocop con cada movimiento de extremidad para recrear la experiencia completa. Miguel Roselló les advierte: no se acerquen a Salvaje, opten por La princesa cisne III o cualquier otro bodrio equivalente, y si por cualquier designio de los Infiernos no tienen más remedio que sufrirla, cerciórense de que no haya cerca objetos cortantes o punzantes que puedan ser utilizados contra uno mismo en un momento de debilidad. Salvaje es el equivalente animado al nazismo, un capítulo de la Historia que jamás debió haber existido.

Y para terminar, un par de aclaraciones. La primera va dirigida a aquellos lectores especialmente sagaces, los que se han dado cuenta de que he hecho trampa y en lugar de seguir estrictamente la lista de Clásicos Oficiales norteamericana, que incluye única y exclusivamente las producciones realizadas para cine enteramente dentro de los estudios Disney, he tirado por la lista española, en la que los distribuidores hacen lo que les sale de las narices y ponen el logo de “Los Clásicos” a cualquier bodrio infame producido por empresas subcontratadas, como es el caso de Dinosaurio o Salvaje. Pero todos estaréis de acuerdo conmigo en que es infinitamente más divertido hacer trampa y que el anti-ranking incluya auténticos engendros como Salvaje de los que uno puede despotricar a saco, en lugar de tener una lista con Mulán o El planeta del tesoro y decir “bueno… no es gran cosa pero tampoco está mal…”.

La segunda aclaración viene a tenor de las posibles polémicas que pueda provocar el ranking entre los miles de lectores de este blog (¿acaso podéis comprobar la veracidad de esto?), con el consiguiente temblor en los pilares del stablishment. NO, no me he olvidado de ninguna película. Toda la filmografía Disney ha sido minuciosamente repasada, primero mentalmente y luego con la wikipedia delante para no pasar de largo ni una sola película. , creo realmente que El jorobado de Notre Dame es bastante mala, pese a que sé de la existencia de un grupo de irreductibles defensores de las muecas de las tres gárgolas y compañía. Y en el apartado de Menciones de Honor destaco a Pocahontas, que se ha quedado a las puertas de entrar en el anti-ranking, empatadísima con Merlin (pero al final escogí ésta porque daría más variedad a la cosa y por lo grave que es encontrar un bodriete en plena época de Walt); a Mulán, que pese a no ser gran cosa jamás pondría en un anti-top 10 por la simpatía que me despierta y la preciosa dirección artística; a El planeta del tesoro, que a día de hoy sigue desconcertándome pero nunca repugnándome; y a Descubriendo a los Robinson, que tras un arranque irritante da más de una sorpresa.

Tal vez un día vuelva con el auténtico ranking, el positivo, pero eso sería mucho más aburrido, ¿no os parece?

17 comentarios en “Walt Disney, los ¿clásicos?

  1. El jorobado de Notre Dame es visualmente maravillosa, y la música emocionante. En el resto pues sí, te doy la razón, es la manía de enmascarar la historia de siempre para que parezca todo muy profundo y novedoso.

    Eso sí, para mi la primera de la lista estaría el mayor subproducto de la historia de la animación: Los tres caballeros. Menudo montón de mierda.

  2. A falta de refrescar Los Tres Caballeros (de la que puede hacer fácilmente 10 o más años que no veo), la recuerdo como una caída libre vertiginosa. Empezando muy bien y muy divertida, siendo por supuesto Donald el rey de la fiesta de gags físicos. Aderezada con cuentecitos de lo más simpático como el pingüino que viaja al trópico. Pero tengo el recuerdo de que la película se desinfla, se vuelve turbia. Empieza a sumergirse demasiado en el folclore, los bailes, el ritmo… y los personajes desaparecen, son meros bailarines de fondo en un espectáculo que cobra importancia en sí mismo y no como medio. Realmente tengo un vago recuerdo de lo que pasa a partir de la segunda mitad de la cinta, y eso indica, además de lo que ya he dicho, que me aburriría considerablemente.

    ¡Márcame a mí también como spam si te atreves! xD

  3. El jorobado de Notre Dame (o Rotterdam, según la Esteban), fue realmente el principio del fin de Disney, aunque al año siguiente se redimieran con Hércules, después ya fue caída en picado. Bastante mala, creo que lo único adulto que tenía la película es que por primera vez enseñaban un pezón… y era del jorobado.

    De todas formas, el jorobado tiene una escena por la que bien vale aguantar el resto de la peli, y es justo en ese video que has puesto. Cuando la gárgola sale disfrazada de Esmeralda. EPICO. Recuerdo haber estado toda una tarde con unos amigos repitiendo la escena un trillón de veces y riéndonos a mas no poder. Creo que habían porros de por medio pero aun así, la frase «Ella te quiere y en cualquier momento vendráaaaaaa, aaaaaah» se ha convertido en parte de nuestro uso diario.

  4. A Skull: Una segunda opinión, si no igual de radical que la de L, sí algo negativa ya me hace plantearme verla de nuevo. Aunque en mi recuerdo es deliciosa. A la Norton está clarísimo que ya no la adjunto.

    A Delage: El principio del fin fue POCAHONTAS. El Jorobado fue la confirmación de que Pocahontas fue el principio del fin y no un tropiezo aislado. HÉRCULES muy bien, y alguna otra peli más que notable hay por ahí, pero ya jamás se alcanzó el nivel de antaño de forma estable.

  5. Hace mucho que no veo Pocahontas pero no tengo un mal recuerdo de ella. Sí recuerdo haber salido del cine pensando que no le llegaba a la suela de los zapatos a El Rey León, pero muy pocas o ninguna de Disney lo hacen. Tal vez mi recuerdo no sea tan malo porque a mi la banda sonora de Pocahontas me encanta, hasta me la compré original. Está claro que toca un revisionado (y del rey leon tambien que hace siglos que no la he visto).

  6. Después de leer con atención este ranking, admito que estoy de acuerdo contigo en CASI todo. Yo soy una de esas defensoras irreductibles de «El Jorobado de Notre Dame», pero no por las gárgolas (de las cuales, sólo salvaría a Laverse por ese epicwin uso final que hace de las palomas), sino por aspectos que tú dejas de lado como la belleza de la animación y, por sobre todas las cosas, la música. No me consideraría fan, sino prácticamente devota de la música de Alan Menken, y creo que en esta película logra uno de sus resultados más espectaculares. Sólo por eso, creo que debería permanecer fuera de un ranking como este.
    Y también soy una defensora acérrima de «Pocahontas». ¿Qué problema tiene todo el mundo con Pocahontas? No sólo la animación y la música (Glen Keane y, de nuevo, Alan Menken) son maravillosas, sino que cuenta además con uno de los mejores finales de Disney. Bien es cierto que eliminaron la escena de «If I never knew you», o que Kocoum cae al agua con la tableta de chocolate intacta tras recibir un ‘fusilazo’, pero creo que es una película de la que se pueden sacar valores muy positivos. De su secuela, mejor no decir ni una palabra…

    Y no recordaba nada de la número uno de la lista, salvo, quizás, al koala, pero ahora que he leído tu crítica, creo que perderé mi tiempo en cosas más productivas, como ver otra vez «La Bella y la Bestia».

    1. Aun a riesgo de parecer egocéntrica por responderme a mí misma, sólo quería puntualizar que la gárgola de EJDND se llama «Laverne» y no «Laverse». Se me ha escapado el dedo a donde no debía…

  7. De todas las peils de la lista, la que mas me disgusto es Dinosaurio. Despues de llevar varios años viendo films de Harryhauesen y Jurassic Park, lo menos que esperaba del film era una apoteosis de reptiles prehistoricos enzarzandose en epicas batallas. Incluso recuerdo haber visto enl trailer en el cine y me vendieron la moto!!!! Pero no, tras verla, solo pude sentirme ultrajado con semejante bodrio. Aladar era tan insoportable que deseabas que apareciese un tiranosaurio y se lo comiera y la familia de lemures ( que es curioso, nunca hubo lemures en la era de lso dinosaurios) fuese aplastados por la inmensa pata de un braquiosaurio. lo mas sangrante del asunto es enterarse que años despues, este proyecto anduvo en manos del mismisimo Paul Verhoeven, que pretendia una vision mas realista y violenta d ese mundo. Per como siempre Disney no le hecho huevos.

    PD: A mi si me gusto Tod y Toby, pero claro la vi con siete tacos. A Saber ahora…

  8. De todas las pelis de la lista, la que mas me disgusto es Dinosaurio. Despues de llevar varios años viendo films de Harryhausen y Jurassic Park, lo menos que esperaba del film era una apoteosis de reptiles prehistoricos enzarzandose en epicas batallas. Incluso recuerdo haber visto el trailer en el cine y me vendieron la moto!!!! Pero no, tras verla, solo pude sentirme ultrajado con semejante bodrio. Aladar era tan insoportable que deseabas que apareciese un tiranosaurio y se lo comiera y la familia de lemures ( que es curioso, nunca hubo lemures en la era de los dinosaurios) fuese aplastados por la inmensa pata de un braquiosaurio. lo mas sangrante del asunto es enterarse que años despues, este proyecto anduvo en manos del mismisimo Paul Verhoeven, que pretendia una vision mas realista y violenta de ese mundo. Pero como siempre Disney no le hecho huevos.

    PD: A mi si me gusto Tod y Toby, pero claro la vi con siete tacos. A Saber ahora… ( Si no te importa borrar el anterior comentario, que se envio antes de tiempo y esta lleno de faltas te lo agradeceria)

  9. Estoy completamente de acuerdo con miss Déborah Valmont, yo también soy de esas personas maravilladas con el Jorobado de Notre Dame. Recuerdo que me impactó muchísimo cuando era chica, pero es que verla de nuevo años después me pareció igual de chocante (en el buen sentido). La animación, los escenarios, la música, Frollo… todo me maravilla. Bien es cierto que tiene sus puntos flojos, como la eterna moraleja de «lo que importa es el interior»… lo que hubiera sido realmente valiente habría sido terminar la película con Esmeralda enamorada de Quasimodo. No hubiera tenido nada que ver con el libro original… pero bueno,a la largatú ves la película y más bien poco tiene que ver con la novela de Victor Hugo. En cuanto al tema de las gárgolas… bueno… no las recuerdo tan cargantes como comentas en el artículo (y en el de los side kicks) pero sí que rompen completamente con la narrativa de la historia y sus intervenciones son de lo más forzadas, especialmente las de Hugo. Yo hubiera hecho recorte de secundarios y hubiera dejado simplemente a Victor en un papel similar al del búho de Merlín.

    Hablando de Merlín, me has hecho recordar el soberbio sinsentido que era esa película.

    En general coincido bastante con las películas que has seleccionado (ugh, Tod y Toby) aunque reconozco que para mí «Oliver y su pandilla» era todo un entretenimiento, y la estética un tanto sucia de la animación (rollo Aristogatos) me gustaba. Además, Georgette… ah… qué grande.

    Títulos como «Hermano oso» y «Atlantis»… en cierta manera me duele verlos en la lista, aunque probablemente se deba a lo bonita que resulta la animación… porque por la historia/personajes/secundarios hay poco que salvar.

    1. Atlantis tiene una dirección artística deslumbrante, pero quizá por eso me siento más despechado con ella; una puesta en escena y una animación como ésas se merecían una película mejor.

      Sobre el Jorobado qué te voy a decir, no haría más que repetir lo que digo arriba. Los cambios de tono en esa película son matadores, se cargan lo que de otra forma podría ser algo espectacular. Ya digo, no hay más que ver la magistral primera escena para imaginar cómo podía haber sido el resto.

      1. Poniéndonos tan quisquillosos, se le podrían encontrar defectos a cualquier película disney. De sobra conocemos sus fallos y sus «reciclajes» descarados.
        Pero tanto como decir que «Merlín» o «el Jorobado» son bodrios…
        Y vale que «Tod y Toby» no sea un portento argumental ni «Oliver» pero son peliculones para mí, igual no tan trabajados pero sí buenos. Todas estas para mí son demasiado míticas como para ponerlas como mierda…. me parece exagerado. Para mí los clásicos disney acaban con «Stitch» (a Stitch la incluyo en las buenas) El nuevo milenio, como para muchas otras formas de cultura, parece haber perdido el mimo y el buen hacer de antes.

        Podría decir que muchos capítulos de las tortugas ninja, por ejemplo, no son gran cosa pero estaría traicionando a mi yo de la infancia Jeje

        Por cierto me gustaría saber cuáles consideras buenas tu de disney. Aunque, visto lo visto me parece que no se salva ni una XD.

  10. Es increible que te falte una de las peores en general de la Disney: Taron y el caldero mágico. solo la vi una vez alquilada del videoclub porque en españa ni salió en cines.Destacable el diseño del esqueleto y del lúgubre paisaje, a la basura todo lo demás.Tim Barton desde luego se hacía notar allí donde estaba.
    Yo creo que aun así los verdaderos bodriazos son los de la época de la segunda guerra mundial y posguerra pero son películas que muy poca gente conoce (como la del sapo,los tres caballeros,musica maestro,saludos amigos y otras que ni me he visto ni ganas tengo)

    Wini de pooh hace meritos para estar aqui mucho mas que la de Merlín (que es caoticamente genial por mas qie la trama sea convertirse en animales)
    y el planeta del tesoro es mil veces peor al ser una monstruosidad perpretada de la verdadero isla del tesoro que el la de hermano oso, que pese a ser aburrida toda la primera parte de la peli Phil colins y el rollo espiritual del final la salvan de la quema.

    Del jorobado no hablo, Todas las películas de la segunda era dorada (1989-1999) están entre las mejores de la factoría ratonil sin discusión ni excepción. de la sirenita hasta tarzán pasando por pocahontas.

    la cosa empezó a torceserse en el 2000 con fantasía 2000, el emperador ( muy divertida y caótica al estilo merlín pero con las mismas fallas de argumento) y las penosas atlantis y el planeta del tesoro.

    1. No excluyo ninguna película por poco conocida ni otro motivo que no sea ser una de las peores películas Disney. ¡Todas las películas-paquete de la guerra y la postguerra me gustan más que éstas! Y ¿cómo vas a llamarlas bodrios si ni siquiera las has visto? Échales un vistazo, que quizá alguna te guste. Hay auténticos golpes de genialidad en muchos de esos cortos. De hecho, despreciar una obra maestra (OBRA MAESTRA) como es el mediometraje de la Leyenda de Sleepy Hollow ¡¡sin haberlo visto!! debería estar penado con la horca.

      Winnie The Pooh me parece que funciona estupendamente como lo que busca ser, y soy defensor de Taron, que sin ser perfecta está muy por encima de la fama (o ausencia de ella, de cualquiera de las formas) que sufre.

  11. Sleepy Hollow la tengo en vídeo,viene junto a la del sapo……la del señor sapo es tan despreciable que te quita las breves sensaciones de miedo del jinete descabezado. junto a la simpatíca historieta de las habichuelas mágicas es lo único potable de esa época que he visto. Bongo el Dragón chiflado,Franklin y yo otras que son del paquete de las muy olvidables.
    De los clásicos me faltan Saludos amigos ,Tiempo de melodia y algunos cachos de música maestro y Winni de Pooh que me resulta imposible de soportar entera,los demas clásicos si los he visto de pe a pa.
    Canción del sur se considera un falso clásico a ser un protagonista humano,no la cuento,como la del dragón Eliot.

    Entiendo que queda mejor la lista con largometrajes pero yo si que encuentro no ya de horca sino un suicidio meter a Merlín en vez la del señor sapo, eso contando mediometrajes que sino llega a ser mas entendible que pueda estar inluida Merlín el encantador.
    En la del señor sapo lo único que me llegó a gustar fue el doblaje del burro que parece un gitano sevillano,idéntico a la del cuervo de Dumbo.
    Comprendo que Winnie de puh para un niño chico sea mas aguantable que para mi que intente verla hace una semana con 22 tacos pero ayer revisione Dumbo que cuando era niño me parecía demasiado infantil y pude verla de un tirón e incluso ha mejorado mi opinión al respecto.

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